‘1947. Cádiz, la gran explosión’

José Antonio Aparicio ha lanzado 1947. Cádiz, la gran explosión, una obra que nos traslada a la Explosión de Cádiz de 1947. En este contexto, el relato narra como el vapor Plus Ultra había zarpado poco antes de esa hora desde el muelle gaditano. Cuando se encontraba a unos 1.500 metros de distancia de tierra, una fuerte explosión que iluminó el cielo, un hongo inmenso que cubrió la ciudad, y una onda expansiva como nunca antes habían visto causó daños en el buque. 200 toneladas de trinitrotolueno habían explotado, dejando arrasada gran parte del Cádiz de extramuros, provocando decenas de muertos, muchos de ellos eran niños que vivían en el Hogar Niño Jesús (Casa Cuna). El centro histórico fue salvaguardado por las Puertas de Tierra que, por entonces, solo tenían un vano y amortiguó el empuje de la onda. La explosión pudo verse en Ceuta, escucharse en Huelva y Portugal. Cádiz, quedaba sepultada entre escombros y cuerpos desmembrados.

Ahora, cuando se cumplen 70 años de aquella tragedia, aún nadie ha podido explicarnos por qué explotaron aquellas minas en la base de Defensas Submarinas de la Armada.70 años de un misterio que, tal vez, podamos ir desvelando en las páginas de este libro, que también pretende ser un homenaje a las víctimas de aquella fatídica noche.

José Antonio Aparicio nació en Cádiz en 1967, veinte años después de la Explosión. Licenciado en Filosofía y Letras por la UCA, acabó sumergiéndose en la gestión de emergencias a la que se ha dedicado profesionalmente desde 1995. Es Máster en Protección Civil por la Universidad de Valencia y ha cursado estudios especializados sobre riesgos naturales y tecnológicos en la Escuela Nacional de Protección Civil, la Escuela de Seguridad Pública de Andalucía y el Emergency Management Institute de la Agencia Federal de los Estados Unidos.

Su vínculo con la Explosión de Cádiz comenzó a finales de 1987, cuando unos documentos oficiales de la Armada que contenían relaciones incompletas de víctimas de la catástrofe llegaron accidentalmente a sus manos. Desde entonces no ha cesado de investigar la vida y el destino final de aquellas personas, a los que ha dedicado numerosos artículos, conferencias y libros con el fin de perpetuar sus nombres en la memoria de la ciudad en la que hallaron la muerte.

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