TICs contra las sombras de la desigualdad

 

Silvia Oñate
Silvia Oñate

Tiflotecnología es un término inusual para muchas personas pero es una palabra cotidiana para aquellas que tienen alguna discapacidad visual.

Detrás de ella, lo que encontramos es tecnología al servicio de la igualdad de oportunidades, herramientas y recursos de carácter tecnológico que ayudan a  las personas con ceguera o deficiencia visual grave a superar barreras,  ganar accesibilidad  y sumar participación social y laboral. Se trata de que puedan acceder a la información a través de las nuevas tecnologías.

La raíz etimológica de este término nos lleva al griego Tiflos que significa ciego y la definición de la RAE, (no es hasta 2008 cuando se incorpora al diccionario) nos habla de la  “adaptación de los usos y avances técnicos a su utilización por ciegos”. Pero en este artículo vamos a hablar de mujeres ciegas y de cómo a través de la tecnología logran difuminar sombras de desigualdad.

Queremos visibilizar la “historia digital” de dos mujeres que han encontrado en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) el apoyo necesario para esquivar esa doble discriminación -por ser mujer y discapacitada- que suele asomar en nuestro entorno social con la misma frecuencia que un obstáculo en cualquier acera de nuestras calles.

Precisamente, si repasamos la cronología de la Tiflotecnología y vamos a sus orígenes encontramos el nombre de una mujer, Ángeles Ortiz Hojas, una estudiante ciega de matemáticas que en 1977 reclamó recursos tecnológicos para acabar su tesis. Necesitaba ver imágenes a través del tacto. Desde entonces, las tecnologías accesibles han facilitado la formación y el acceso al mercado de trabajo de muchas mujeres, a través de ellas han ganado autonomía e independencia profesional y económica.

Este texto tiene por tanto tres palabras guía: TICs, género y empoderamiento. De la mano y del ejemplo de Dolores y Maite, dos mujeres ciegas de Sevilla, quien escribe (y espero que también quién lea) ha ganado “visión” en el sentido más completo del término.

Dolores García es licenciada en traducción e interpretación y profesora de inglés. Arranca la conversación con un rotundo “las tecnologías me permiten seguir adelante, son mis pies y mis manos”. La falta de programas de traducción accesibles le hizo dejar esta actividad para pasarse a la docencia. No obstante, dejó buena cuenta de esta limitación en su Trabajo Fin de Máster, donde aborda  la  necesidad de mejorar la accesibilidad de determinadas herramientas de trabajo como son las memorias de traducción. Pide que se adapten a las personas ciegas dado que son necesarias para el trabajo. Como profesora de secundaria, su principal herramienta de trabajo es el ordenador adaptado; en él tiene instalado un lector de pantalla (es el programa encargado de leer y hacer audible todo lo que visualmente aparece en pantalla). Su ordenador proyecta los contenidos a la pizarra digital y así llegan las explicaciones de cada tema al alumnado. Ella a menudo les pregunta si se ve o no se ve bien aquello que proyecta, pregunta obligada, como obligado es que cuando encarga algún trabajo, sus alumnos y alumnas se lo hagan llegar por e-mail o se lo entreguen en un pen drive.  Las tecnologías le traducen lo escrito y así lee y corrige las tareas docentes.

Desde el Centro de Investigación, Desarrollo y Aplicación Tiflotécnica (CIDAT) de la ONCE se gestionan todas las adaptaciones de puestos de trabajo y estudio, llegando a adaptarse unos 7.000 equipos al año, según señala  su director Guillermo Hermida. Él también sabe bien cómo la tecnología puede hacer de “puente, que nos permite saltar al otro lado. A ese lado está la información, y por tanto la economía, el empleo, la educación, el ocio”. Y describe “miles de aplicaciones” que facilitan a las personas con discapacidad visual desde la conciliación y el cuidado de los hijos como los dispositivos de proximidad que activan un sonido o vibración en el móvil si el o la menor se aleja, al acceso a la información de los prospectos de cualquier medicamento, los electrodomésticos y hasta termómetros accesibles o la aplicación de técnicas de accesibilidad en productos audiovisuales mediante audiodescripción que permiten ir al cine y ver películas que previamente han sido adaptadas para esta aplicación (nota mental para que desde el sector y la industria del cine apunten que su implicación es imprescindible).

Maite Espinosa Pozo es licenciada en Derecho y deportista paralímpica en la modalidad de atletismo (medio fondo). Como deportista ha participado en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, Atlanta 96 y Sidney  2000. Ella es una mujer en movimiento y quizá por ello en sus primeras palabras destaca la posibilidad que le ofrecen las TICs para “avanzar, llegar a sitios, estar en todas partes”. “Me encantaría conducir, es la mayor autonomía”,  dice alto y claro al hablar de movilidad.

Su especialidad profesional es la discapacidad y el empleo, imparte en la universidad una asignatura de libre configuración sobre esta materia y es técnica de inserción laboral de personas con discapacidad. Actualmente, trabaja para la consultora de Recursos Humanos de Fundación ONCE, desde donde orientan a personas con discapacidad, realizan procesos de selección para empresas y forman y sensibilizan en materia de discapacidad y empleo.  Asegura que es su ejemplo personal, su discapacidad y su propia historia de vida, el mayor recurso en su trabajo. No obstante, denuncia que, pese a todo lo avanzado en el mundo empresarial, todavía hay “barreras psicológicas a vencer”. Se refiere a la resistencia de todavía muchas empresas a contratar personas con discapacidad “sobre todo por desconocimiento y falta de información”. Desde su puesto de trabajo también palpa la dureza e injusticia del techo de cristal, ese que pese a ser traslúcido dificulta que las mujeres lleguen a puestos directivos al mismo nivel que los hombres.“También se da en la población con discapacidad, los altos cargos son para ellos”.

Fundación ONCE y FSC Inserta, su entidad para el empleo y la formación de las personas con discapacidad, presentaron en 2014 el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo en España (ODISMET) y también un primer informe con datos fundamentales sobre indicadores, evolución y tendencias del mercado laboral en relación con las personas con discapacidad. Informe que entre sus conclusiones avisa de la baja tasa de actividad de la población con discapacidad y de cómo existen notables desigualdades de género, constatándose una brecha de género de casi 6 puntos. La tasa de actividad es superior en hombres, 39,2 %, frente al 33,5 de mujeres.

Desde hace 4 años, coincidiendo con el 15 de Julio, Día Internacional  de las Tecnologías Apropiadas, Keysight Technologies y la Fundación Adecco presentan el Informe “Tecnología y Discapacidad” que arroja datos como que las nuevas tecnologías han mejorado la calidad de vida integral de 6 de cada 10 personas con discapacidad.

Las aportaciones de Dolores y de Maite dan buena cuenta de cómo las TICs y el acceso a la sociedad de la información son un elemento fundamental para luchar contra las discriminaciones y de cómo incorporar la perspectiva de género en el diseño y la investigación tecnológica supone un avance para la sociedad en su conjunto. Ellas han entrado con su talento y coraje en la sociedad del conocimiento, están leyendo el mundo desde el empoderamiento y la autonomía, participando de él para darle un giro en dirección a la igualdad.  Rompen barreras y son una guía y un impulso para que otras muchas miremos mejor y veamos más lejos.

Silvia Oñate Moya

Periodista y diputada nacional por el PSOE

 

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