Proyectos que transforman vidas

Son emprendedoras y son supervivientes. Hablamos con las promotoras de dos proyectos empresariales nacidos a raíz de una situación de violencia de género

No son víctimas. Son mujeres superviventes. Mujeres que cada día se levantan pensando y trabajando por salir adelante. Mujeres que se han apoyado en un trabajo, en un proyecto, para dejar atrás su pasado. Para olvidarse de él. O para aprender a vivir con ese pasado. Pero siempre adelante. Son mujeres víctimas de violencia de género y son mujeres emprendedoras. Mujeres que saben que la supervivencia empieza por un empleo o mujeres que necesitan una ilusión a la que aferrarse cada día.

sola Pilar Algas
Pilar Algas, promotora de ‘Encanto en la costura’

Mujeres como las integrantes de la cooperativa Le Vin Violette que buscan con su proyecto la independencia económica que les permita no sólo reiniciar una nueva vida alejada de la situación de maltrato sino también poder ayudar en el mantenimiento de una asociación que trabaja con y por estas mujeres. O mujeres como Pilar Algas, emprendedora valenciana que ha buscado el “encanto” de la vida, ese encanto que había perdido tras ser víctima de maltrato psicológico, en un proyecto que hoy es el culpable de sus sonrisas diarias.

Porque emprender no sólo significa independencia económica. Es satisfacción, es libertad, es ilusión.  De eso sabe mucho Pilar Algas, promotora de ‘Encanto de la costura’, un proyecto de elaboración de bolsos y capazos personalizadas que arrancó el pasado año a raíz de sufrir una situación de maltrato psicológico por parte de la que era su pareja. “Enamorada de la persona equivocada, de una persona que no existía”, como ella misma nos cuenta, creyó haber encontrado el amor a los 45 años. Pero eso no era sola Encanto en la costuraamor. Porque recibir 132 llamadas en un solo día no es amor. Porque perseguir a una mujer no es amor. Porque aislarla del resto del mundo no es amor. Porque hacerla culpable de todo y de nada no es amor. “Y siempre buscaba una sonrisa de él que me sirviera para justificarme el por qué seguía en esa relación”, nos cuenta. Pero Pilar dejó de encontrar esa sonrisa y afrontar la situación de maltrato psicológico que estaba sufriendo. Y empezó a coser, un hobby que ya había tenido de pequeña y que ahora le servía para evadirse. La vuelta a ese hobby desencadenó en un precioso proyecto con el que, nos cuenta, “espera triunfar”. “’Encanto en la costura’ me ha devuelto la ilusión, me ayuda a levantarme todos los días pensando en un proyecto. Me ayuda a sonreír cada vez que veo que la gente me llama, que a la gente le gusta lo que hago”, explica.

Esa es la sonrisa que ahora Pilar dice haber recuperado. Una recuperación en la que mucho ha tenido el trabajo y este nuevo proyecto. “Empiezo a crear con la esperanza de hacer algo que me permitiera dejar de pensar. Gracias a este proyecto, le doy otra vida a mi cabeza, otro encanto. De ahí su nombre”, afirma Pilar. ‘Encanto en la costura’, nos cuenta, “nace de la tristeza y se desarrolla sobre el encanto de la vida. Le vin violetteNace de la desesperación”. Y, aunque explica que no le gusta etiquetar su proyecto en el maltrato, “sí que es verdad que nace de la decepción de una mujer de 45 años que creía que aún había esperanza en el amor y se encontró todo lo contrario”. “No quiero dar sensación de víctima. Prefiero dar una imagen de una mujer que ha sido capaz de salir adelante desde lo malo que quedarme solo con lo malo”, sostiene Pilar. Hoy esta emprendedora ha vuelto a salir a correr, hobby que abandonó porque le recordaba a él. Se ilusiona cada mañana con ‘Encanto en la costura’ y continúa al frente del negocio del que se hizo cargo tras la muerte del padre de su hija, ‘Persianas Malilla’.

Mamen
Carmen Sánchez

Ejemplo de superación son también las cuatro mujeres que están detrás de la cooperativa Le Vin Violette, un vino que ha servido como vehículo para la sensibilización, el compromiso y la transformación social. Nerea Sanchís, Antonia Avalos, Amanda Conde y Carmen Sánchez son las cuatro supervivientes que están detrás de esta iniciativa emprendedora nacida en el seno de la Asociación de Mujeres Supervivientes de Violencias de Género de Sevilla y que cuenta con el asesoramiento del Programa de Emprendimiento Social para entidades no lucrativas en Andalucía, desarrollado por Acción contra el Hambre, dentro del programa Vives Proyecto. Antonia Avalos nos cuenta cómo este proyecto “tiene mucho que ver con la esperanza”: “Nos han llegado muy pocas subvenciones para el mantenimiento de la Asociación y el proyecto surge como una manera de hacernos autosostenibles y poder seguir realizando los programas que desde la Asociación que tenemos en marcha para las mujeres víctimas de violencia de género”. “Ser capaces de generar” sus “propios recursos” es, en palabras de Antonia, el objetivo de estas cuatro emprendedoras para quienes la puesta en marcha de este proyecto no ha resultado nada fácil. Un camino que han logrado recorrer gracias al apoyo de Acción contra el Hambre: “Emprender para una mujer víctima de violencia de género no es nada fácil. Nosotras lo hemos logrado porque desde esta organización nos han hecho un seguimiento continuo y porque además las cuatro contamos con una serie de estudios. Es cierto que nosotras hemos tenido el coraje, el empeño, el carácter y la personalidad para sacarlo adelante pero ellos, con Gloria Rodríguez a la cabeza, han sido como el hada madrina de este proyecto”.

Amanda
Amanda Conde

De hecho, Le Vin Violette es de los primeros proyectos de Acción contra el Hambre que ya están funcionando al cien por cien, que ya vende su vino en catas que organizan, en las universidades, en la web,…  Además con la compra de cada botella de vino se contribuye a la sostenibilidad de una iniciativa que implica la transformación y el cambio en la vida de las mujeres, apoyando al empoderamiento de éstas y a la eliminación de la violencia de género. Le Vin Violette es un vino ecológico de gran calidad gracias a una alianza con una productora de vinos ecológicos de Cazalla de la Sierra en Sevilla, Colonias de Galeón, y de Montilla Moriles, Bodegas Robles. Cada botella está etiquetada por las mujeres de esta entidad, con el fin de “poder vivir, y ayudar a aprender a vivir en libertad”.

NereaY es que como nos cuenta Antonia, estas cuatro emprendedoras quieren que Le Vin Violette sirva no sólo para “la autonomía económica” de ellas y de la propia asociación, sino también para poder en un futuro generar empleo para ayudar a otras mujeres. Porque “tener un empleo para una víctima de violencia de género es otra vida, es recuperar tu autoestima y la confianza en ti misma. Es poder conquistar tu proyecto vital y el de tus hijos, alquilar una vivienda y no recibir más golpes porque te mantengan. Es la posibilidad de otra vida”. Un trabajo que muchas de estas víctimas se ven obligadas a buscar en el emprendimiento porque, según Antonia, “el Estado no te brinda otra oportunidad”. “Para salir de la violencia necesitas vivienda y empleo. Si el empleo no te lo brinda ni la Administración ni las empresas, una puertas a la esperanza puede ser el emprender”. Pero, repite, “no es nada fácil”. “Emprender requiere una serie de procedimientos administrativos y consejos legales de asesoría con los que la mayor parte de estas mujeres no cuentan”, añade.

Afortunadamente algunas lo consiguen. Pilar, Antonia, Nerea, Amanda y Carmen son ejemplo de ellos. Mujeres víctimas pero, sobre todo, mujeres supervivientes. Mujeres con una nueva sonrisa que cada mañana dibujan pensando en un proyecto que les mantiene vivas, que les ha transformado la vida.

Isabel García

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