«Quedé atrapada de por vida por Las Ruinas Circulares»

MARÍA KODAMA. FUNDACIÓN JORGE LUIS BORGES

Entrevista a María Kodama, presidenta de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, y viuda del escritor.

Borges regresa a Sevilla con ‘El Infinito Borges’, una exposición que homenajea al autor en el 30º aniversario de su muerte. ¿Qué es lo que encontrará el asistente que se acerque a la muestra?

Fotografías y pinturas de artistas argentinos muy importantes, publicaciones que Borges hacía en periódicos de Buenos Aires y de España, grabaciones, exhibiciones. Pienso que es una muestra y una visión muy completa de Borges.

¿Qué pieza destacaría dentro de la exposición?

Pues me quedaría con una pintura en concreto por una historia muy interesante. Un día que paseaba por la Avenida de Córdoba, (Buenos Aires) de pronto vi que estaban colgando un cuadro. Miro el cuadro y no sabía de quién era y pensé: le voy a decir a Borges que vengamos porque este hombre puede ilustrar su obra. De modo que voy corriendo a la casa de Borges y le dije: “vamos ahora a ver una exposición”. Me preguntó de quién era; y le comenté: “no sé, estaban colgando un cuadro y pensé que el autor podría ilustrar su obra”. Y justo él tenía una hoja que informaba de la exposición. Toda nuestra relación ha estado siempre basada en cosas de ese tipo. ¡Muy extrañas! Por eso, a Borges le encantaba decir -así como en broma- que seguramente nosotros habíamos tenido la suerte de encontrarnos en muchas reencarnaciones y que nos prometiéramos que en la próxima también nos encontraríamos. Era muy gracioso porque entonces yo le decía: “prometido Borges pero yo le quiero decir una cosa, en la próxima yo científica”; y me decía: “no me digas eso; porque él quería volver a ser escritor”.

¿Qué supone para usted ser presidenta de la Fundación Internacional José Luis Borges?

Es un placer porque me ofrece la posibilidad de hacer homenajes, organizar conferencias… ¡Me da mucha felicidad!

Pronto se cumplirá el trigésimo aniversario de la muerte de Borges. Después del tiempo que ha transcurrido, ¿qué es lo que más echa de menos de Borges?

Su conversación y como nos divertíamos. Pero aun así, es como un milagro secreto porque, de alguna manera, todos ustedes me ayudan a que sienta que él está vivo, que siempre esté hablando de él y que sienta cosas. Y, bueno, yo lo adoro y sigo adorándolo, por lo que para mí es una maravilla.

¿Cómo definiría a Borges en una palabra?

¡Uff! ¿Una palabra? Dos cosas: ético y digamos libre.

¿Qué libro recomendaría a alguien que quiera acercarse a la literatura de Borges?

Yo creo que depende de la edad. Pero, por ejemplo, ‘El Manual de literatura fantástica’ es muy lindo y si no también ‘El libro de la Heroína’. ¡Pero sabéis! Es una cosa muy curiosa, porque cuando yo tenía 10 años, cogí una revista que tenía una versión de Las ruinas circulares: Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba… Yo tenía diez años y dije: “¿qué es esto?” Lo leí hasta el final y hasta el día de hoy si saliera una orden por la cual hubiera que quemar toda la obra de los escritores salvando una, yo salvo Las Ruinas circulares. ¿Entendéis? Para siempre. Eso quedó allí y, años después, vimos casualmente una fotografía en el Salón del Libro. “Una casa con una jardín a la izquierda y un jardín a la derecha”. Y Borges comentó: “esa es la casa donde yo escribí Las Ruinas Circulares. Lo escribí en una semana. Durante esa semana yo trabajaba, salía a comer con mis amigos y salía a caminar solo. Mientras, lo único que quería era volver para escribir ese cuento, porque nunca, ni antes ni después, pude escribir algo con la intensidad con la que hice ese cuento”. Esa intensidad es la que sentía una chica que quedó atrapada de por vida, que tenía diez y no entendió nada, pero nunca más pude soltarme de ese cuento. Es mi cuento preferido y es el único que salvaría. ¿Entendéis? La intensidad con la que él lo escribió es la intensidad que transmitió a una chica, además de la música. La cuestión no es qué libro es el más idóneo para comenzar. Se trata de descubrir y sentir eso que él trasmitió. ¡Surge! ¡Vos no pensás, lo viste y ya está! Yo creo que es así. A mí me paso eso con Las Ruinas Circulares. Quedé atrapada de por vida. Nunca podría separarme de ese cuento y de la intensidad con la que lo transmitió.

Finalmente, ¿qué opina de que le hayan concedido el Premio Nobel de literatura a Bob Dylan?

Bueno… a mí me gusta Bob Dylan. En Argentina no se bailaba el tango cuando yo tenía la edad de bailar y de salir con amigos. De hecho, mis amigos están ahora aprendiendo a bailarlo porque es actualmente cuando está de moda, pero en la época no. Entonces The Beatles, The Rolling Stones, Bob Dylan… es mí música. Así que, ¿por qué no? A lo mejor el premio Nobel puede ser una letra musical. A mí me gusta. Yo no sé cuál es el criterio que ellos han tenido, así que yo no puedo juzgarlo, pero como me gusta lo que él hace, me parece bien. A veces se lo han dado a unos escritores que en mi opinión no lo merecían. Aun así, es el criterio de cada uno y un premio no dice nada. Hay gente que, por ejemplo, antes de mandar un cuento o una novela se interiorizan e informan de quién va a ser el jurado porque, en función de ello, saben si tendrán más posibilidades de ganar si hacen novela erótica, policíaca… y sobre esa idea trabaja el autor. Algo realmente muy absurdo, porque uno escribe lo que uno siente, y si uno gana y si no gana, qué más da. Porque realmente, ¿qué es ganar?

María Cano Rico

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