¿Y si la duda me acompaña?

«Yo quiero ser…»; » voy a estudiar….»; » cuando termine….». Estas o similares afirmaciones son muchas veces escuchadas en aquellas personas que, en principio, tiene claros sus objetivos. Nos da la percepción de seguridad.

“Yo no sé qué quiero ser…”, “la verdad no tengo nada claro…”, “empiezo y veo si me gusta…”. Estas otras, también muy escuchadas, nos generan incertidumbre y angustia.

FOTO-SECUNDARIAb-1024x768-439x329-2-1-1-1-1Tener clara las metas es positivo si nuestro camino también lo definimos. Sin embargo, tener dudas no es síntoma de problema. Es una dificultad que nos lleva a buscar opciones para encontrar una cumbre que aún no está clara. En ningún caso debe generar miedo.

En este artículo voy a centrarme en esa sensación que se tiene cuando la duda forma parte de la decisión. La incertidumbre hacia el porvenir es uno de las causas que más agobia a la hora de desarrollar nuestro itinerario, ese que recorreremos sin conocer con seguridad el final.

Tener dudas no es un problema significativo si entendemos las mismas como eslabones de un proceso de reflexión. Surgen cuando nos planteamos cosas que hacer o intereses que cubrir. Y, de hecho, necesitamos esas incertidumbres para generar interés por resolverlas, haciendo nuestro camino hacia la meta como una ruta en la que cada obstáculo superado genera la motivación por continuar.

Para que las incertidumbres no supongan un agobio es importante tenerlas claras, definirlas en una pregunta alcanzable y en un tiempo real, sin pararnos en un pasado que, a veces, no podemos cambiar, ni con el miedo de un futuro que sólo nosotros podemos alcanzar.

Cuando somos consciente de que para un buen desarrollo personal y profesional debemos generar alternativas, poniendo en duda nuestras decisiones e incluso replanteando muchas de las ya tomatadas, las dudas no serán un problema. Nuestro camino debemos entenderlo como un recorrido, paso a paso superando cada obstáculo, reflexionando de cada acierto o error y estableciendo respuestas a las preguntas que nos surjan.

A lo largo del desarrollo evolutivo, vamos cubriendo diferentes etapas con éxitos y fracasos. La pirámide de Maslow confirma como para llegar a la autorrealización debemos superar otros escalones más básicos, entre ellos, el saber superar los miedos. Todo ello nos debe plantear la importancia que tiene en nuestras vidas tener cuestiones sin resolver que nos lleven a buscar soluciones para ello.

Espero con mis palabras haber generado seguridad a todos aquellos que dudan en diferentes momentos de su vida al tomar decisiones, ya que no sólo en la adolescencia es cuando más miedo tenemos, sino en situaciones de madurez que nos obliga a reestructurar nuestro mundo, a veces muy establecido. Nada es seguro para siempre y adaptarnos implica resolver en cada momento la incertidumbre que provocan los cambios inesperados.

Aprendamos a dudar, a reflexionar, para así saber responder tomando la vertiente más idónea en cada momento.

María Cristina Hernández
Psychologist of Secondary and High School
Brains International School

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