La nueva normativa europea de protección de datos como motor para la innovación

La rápida, constante y exponencial evolución tecnológica ha impactado de tal modo en el desarrollo de la sociedad que exige una revisión del conjunto de normas que regulan este ámbito. A esto se añade que el desarrollo social, económico y político se está realizando a través de la tecnología y con una “materia prima” muy particular: los datos, que en su mayoría son datos personales. La datificación de la sociedad empuja la economía digital y abre un mercado nuevo e inmenso para el conjunto de la sociedad. Esto supone que la privacidad y la protección de datos se encuentran en el centro del “tsunami” tecnológico y que se han convertido en un elemento clave para el desarrollo de tecnologías confiables.

Foto- MEn  este  contexto,  la  normativa  de  protección  de  datos  existente  no  permitía  una evolución  equilibrada  de  derechos  y  tecnología.  El  cambio  de  paradigma  exigía, también, una revolución en las normas de protección de datos, y el recientemente aprobado Reglamento europeo de protección de datos busca dar una respuesta a las nuevas necesidades. Esta norma se basa en dos ideas centrales. Por una parte, reforzar el control de las personas sobre sus datos. Y, por otra parte, proporcionar instrumentos flexibles a las entidades para que puedan desarrollar todo su potencial creativo e innovador, siempre desde la garantía de los derechos de las personas.

Respecto al refuerzo en el control de las personas, el nuevo Reglamento incluye nuevos derechos como el derecho a la portabilidad; y amplía derechos ya existentes, en este caso con una referencia expresa al derecho al olvido. Además, aumenta la transparencia hacia los usuarios en cuanto a los tratamientos de datos que se llevan a cabo.

El Reglamento también busca facilitar el cumplimiento de la normativa a las entidades a través de la simplificación. Así, elimina obligaciones como notificar los tratamientos a las autoridades de protección de datos, con lo que se espera ahorrar unos 130 millones de euros al año.

Desde la perspectiva de la flexibilización y adaptabilidad a los entornos concretos de cada entidad, se introducen herramientas como la privacidad por diseño y por defecto, las evaluaciones de impacto sobre la privacidad y la eventual designación del delegado de protección de datos, así como la notificación de violaciones de datos y la seguridad basada en un análisis de riesgos. Ahora bien, un marco jurídico más flexible tiene su contrapartida y las entidades deben asumir un rol de mayor responsabilidad frente a las personas y el tratamiento de sus datos personales. La incorporación del principio de accountability en el Reglamento exige a las entidades implementar y probar un compromiso activo con los derechos y las libertades de las personas.

En un contexto ya no sólo europeo, sino global, la normativa de protección de datos dota de mayor seguridad jurídica a las entidades, al mismo tiempo que los instrumentos introducidos les permiten mejorar en la gestión de su información, proporcionándoles más control sobre su negocio.

Oportunidad y confianza son las palabras claves para el emprendimiento del siglo XXI. Se les plantean dos grandes retos: asumir el cumplimiento de la normativa de protección de datos como un compromiso hacia sus usuarios y no como una mera obligación legal, y adoptar el desarrollo y uso de las tecnologías como una forma de garantizar el conjunto de los derechos y las libertades de las personas.

Un tratamiento seguro y adecuado de la información se verá recompensado con la confianza de los clientes, lo que permitirá competir a nivel global con grandes perspectivas de éxito.

Mª Àngels Barbarà
Directora de la Autoridad Catalana de Protección de Datos

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