«Es alentador saber que aún queda mucho, o al menos algo, por escribir»

ROSARIO RARO

Rosario Raro se ha dedicado, desde siempre, a la literatura en todas sus vertientes: lectura, escritura, crítica literaria, edición… Estudió Técnicas de Escritura Creativa en la Universidad Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad Católica de Perú. A lo largo de su trayectoria, Rosario ha impartido numerosas conferencias y dirige desde su fundación el Aula de Escritura Creativa de la Universitat Jaume I de Castellón. Además, en 2009, fue una de las dos únicas españolas finalistas del concurso de escritura literaria Virtuality Caza de Letras de la UNAM de México y Alfaguara.

¿Qué pasos lleva a cabo a la hora de escribir un libro?

Primero lo diseño por completo mentalmente. Hay una frase de Joan Miró que me gusta mucho, decía “Cuando más trabajo es cuando no trabajo”. A mí me sucede igual, creo historias, personajes, situaciones cuando conduzco, cuando llevo a cabo tareas domésticas o trabajos manuales de cualquier tipo, cuando paseo. Posteriormente, el acto de escribir para mí es en realidad transcribir porque ya lo tengo todo en la cabeza. Solo tengo que cambiar el estado de ese material y consignarlo en un soporte físico para que tome “corporeidad”.

‘Carretera de la Boca do Inferno’, ‘Surmenage’, ‘Perder el juicio’, ‘Los años debidos’, ‘Finlandia’, ‘La llave de Medusa’, ‘Ex’, ‘Desarmadas e invencibles’. ‘El alma de las máquinas’, ‘Volver a Canfranc’, ¿con qué libro ha disfrutado más?

Con todos, pero en especial con el último. Siempre sucede así. En este caso me ha supuesto un desafío enorme la inmersión en 1943 y 1944; la documentación para que el lector se sintiera allí, que transitara el lugar, la estación internacional de Canfranc en Huesca, como era en ese momento, sin sentir que los datos le venían de fuera, sino que marcaban sus pasos. También me lo paso muy bien escribiendo haikus, para mí son como sudokus con palabras y, con los relatos, a veces algo se puede contar en muy pocas líneas, como en una historia que escribí que se titula “Plástico”. Dice así: “Pasaba muchas horas en nuestra terraza jardín. Sembraba, trasplantaba, abonaba, regaba, podaba. Yo lo miraba desde la ventana. Mi jardinero fiel. Un día salí, me acerqué a las plantas, estaban perfectas. Toqué sus hojas y sus flores. Eran todas de plástico”. Con él gané un premio en la radio. Creo que porque enseguida se entendió todo lo que decía sin nombrarlo.

Desde su fundación en 2004 dirige el Curso de Escritura Creativa de la Universidad Jaume I de Castellón. ¿Qué nos puede comentar sobre esta experiencia?

Creo que es de lo mejor que me ha pasado en la vida profesional. Una experiencia que abarca lo laboral pero también lo personal. A quienes formamos parte de este curso nos unió la literatura, pero ahora lo que ha ocupado el primer plano es nuestra amistad. Me han dicho que el Curso de Escritura Creativa de la Universidad Jaume I de Castellón es una fábrica de amigos, y así lo siento yo también.
Este 2015 celebramos el décimo aniversario y el balance es muy muy positivo: los autores participantes han publicado muchísimos libros, nos han visitado muchos escritores, hemos aparecido en casi todos los medios, nos acoge una institución académica como sucede en la tradición norteamericana… Escribimos y compartimos nuestros textos, que es lo más importante. Estos ven la luz y disfrutamos muchísimo con su creación.

¿Cómo describiría el panorama literario actual?

Creo que en este momento cada lector puede encontrar lo que quiera. Si se refleja la vida tiene que haber de todo y eso sucede con la literatura del siglo XXI en la que conviven todas las tendencias, estilos y posibilidades.En mi caso, la clasificación en géneros: negro, policíaco, de espías, de aventuras, histórico, bélico, romántico, etc. no la aplico a las novelas, sino que busco esos elementos como componentes dentro de un solo libro.

Con su obra literaria ha conseguido numerosos premios como el Ciudad de Huelva, el Magda Portal del Ministerio de la Mujer de Perú, Cruzando Culturas, Ateneo Ciudad Galdós, Igualdad de Aranda, Mujer Kimetz Elkartea de Ordizia, Tecnocuentos de RNE, Palabras de Mujer… Asimismo, fue finalista del premio internacional de novela Vargas Llosa. ¿Cómo se siente al ver reconocida su carrera literaria?
Antes de presentarnos a estas convocatorias y ganar en muchas, “lides literarias” o “justas poéticas”, lo habitual es que nos lean solo nuestros conocidos. Entonces su juicio está mediatizado por su relación con nosotros y la mayoría de las veces no extraemos una valoración que vaya más allá del “Me gusta” (como en Facebook) o “está bien”; en cambio, lo que convierte en interesante todo esto de los concursos es confirmar que nuestros textos son capaces de conmover a personas a quienes no conocemos de nada, que nos leen desde la otra parte de nuestro país y a veces incluso del mundo.

En 2009 fue una de las finalistas del concurso de escritura literaria Virtuality Caza de letras de la UNAM de México y Alfaguara. ¿Qué nos puede decir sobre ello?

Fue como un taller de escritura online, se nos daban unas consignas de escritura y después un jurado de escritores profesionales nos valoraba. Fue muy divertido pero también como en cualquier reality se estimulaba la competencia, algo que nos hacía escribir bajo bastante presión. Lo mejor es que conocí a mi amiga, la escritora de Valladolid Rocío de Juan. Ambas fuimos las únicas españolas finalistas y desde entonces nos leemos y disfrutamos. Ella fue el gran regalo de esta experiencia.

Su producción literaria ha sido traducida al catalán, al japonés y al francés. ¿Percibe alguna diferencia entre el mercado español y extranjero desde el punto de vista literario?

Nosotros tenemos la suerte de escribir en uno de los tres idiomas (junto con el inglés y el chino) que potencialmente pueden proporcionarnos un mayor número de lectores. Para mí ha sido sorprendente leerme en otros idiomas que conozco como el catalán, intuirme en francés y hacer un acto de fe con el traductor al japonés, porque tengo que creer que lo que reproducen sus ideogramas son mis metáforas, mis acciones y mis descripciones.

Actualmente acaba de lanzar su última obra ‘Volver a Canfranc’ editada por Planeta, ¿qué podría comentarnos sobre ella?

Es una historia que necesitaba escribir cuando conocí los hechos sucedidos en esa estación durante la Segunda Guerra Mundial. Me arrebató la grandeza de determinadas acciones humanas de quienes allí se comportaron como héroes sin serlo y sin tener ninguna intención.

¿Qué acogida espera que tenga?

Se han vendido tres ediciones durante el primer mes. Esto me satisface mucho porque considero que esta historia de belleza moral merece la mayor difusión posible, que se conozca, para eso he desarrollado esta labor de rescate a partir de los numerosos artículos periodísticos, documentales que he visto y documentos que he conocido.

En ‘Volver a Canfranc’ desarrolla un importante episodio de la historia. ¿Cómo ha sido el trabajo de documentación para reconstruir la trama de la obra?

En gran medida la materia prima ya me ha llegado manufacturada a partir de los fondos que mencionaba en el apartado anterior. Pero sobre todo gracias a la obra de Rosa Sala Rose, germanista, traductora y ensayista y de Ramón J. Campo, periodista y escritor.

¿Podría hablarnos sobre la importancia que le da a los personajes femeninos en sus novelas?

Uno de mis libros anteriores se titula ‘Desarmadas e invencibles’ en alusión a las características de las mujeres que protagonizan todos sus relatos. En el caso de ‘Volver a Canfranc’, el personaje de Jana Belerma realiza en 1943 acciones que a nosotras nos pueden resultar habituales, pero que para aquel momento eran proezas: habla varios idiomas, decide cambiar de vida por su cuenta y riesgo, se marcha sola a trabajar a un hotel internacional cuando encuentra la oferta de ese empleo en un periódico y después, conforme avanza la novela se pone al frente de una red que trabaja para la resistencia. Incluso su forma de vivir el amor es bastante actual, muy de tú a tú, sin absurdas jerarquías. Antes de esa época las mujeres habían sido más libres de lo que lo fueron después, me refiero sobre todo al periodo de entreguerras, a los conocidos como “los felices años veinte”. A mediados de la siguiente década comenzó una regresión de la que aún nos estamos recuperando.

Desde que inició su producción literaria, ¿qué momentos le traen mejores recuerdos?

Sobre todo pensar en lo que para mí han sido los verdaderos premios literarios que he obtenido, me refiero a las personas “fabulosas y legendarias”, como si se tratara de libros, que gracias a mi dedicación a la escritura he conocido.

¿Tiene previsto su próximo proyecto literario?

Sí, creo que eso es inevitable (para bien). En cuanto se termina un libro el siguiente comienza a germinar. Es muy emocionante asistir a todo el proceso de crecimiento y culminación, tanto cuando se trata de una obra propia como si es la de alguno de mis compañeros y compañeras que escriben.

Con este nuevo que estoy escribiendo ahora estoy igual de fascinada y sorprendida que con el de Canfranc. Tiene en común, con la novela de la que ahora hablamos, que de nuevo resulta insólito comprobar que no haya literatura sobre un tema así. Es alentador saber que aún queda mucho, o al menos algo, por escribir.

¿Qué recomendaría a aquellas mujeres que quieren volcar su carrera en la literatura?

Virginia Woolf hablaba de que era necesario tener una habitación propia. Yo añadiría a ese requisito espacial, el temporal, que algunas horas (o minutos) del día sean solo para ellas y, sobre todo, que crean en que son capaces de conseguir lo que quieran, que no se acomplejen ni se dejen acomplejar, que piensen que, en este momento es más fácil escribir de lo que lo ha sido nunca en toda la historia de la literatura y que les puede hacer muy felices, además de servirles de tabla de salvación en algunos momentos en los que necesiten mantenerse a flote. Es, por otra parte, un trabajo que se puede desempeñar desde casa, toda una ventaja para las que vivimos siete vidas, como se dice de los gatos, pero simultáneamente. A veces colocarnos frente a la pantalla del ordenador, el cuaderno o el medio que elijamos equivale a enfrentarnos a nosotras mismas, a nuestros miedos y advertir, cuando ponemos el punto y final que los hemos vencido. Nuestra sonrisa de satisfacción será en ese momento el premio, la mejor recompensa, e incluso, una forma de fortalecernos. Como decía Óscar Wilde, para escribir solo son necesarias dos cosas o tener en cuenta dos reglas: “tener algo que decir y decirlo”. Mucho ánimo a todas.

María Cano Rico

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