“Singularity no me designó embajadora, yo se lo propuse”

BÁRBARA SILVA. SU CHILE

Entrevista a Bárbara Silva, embajadora del Capítulo de Singularity University (SU) en Chile.

¿Quién es Bárbara Silva?

Una soñadora que le gusta hacer que las cosas pasen.

¿Cómo una psicóloga acaba como embajadora del Capítulo de Singularity University en Chile?

Singularity no me designó embajadora, yo se lo propuse, y se lo tuve que demostrar con acciones concretas, hacerles ver lo que no veían. A mí me veían muy joven, con mucho entusiasmo y muchas ganas de hacer cosas, pero no necesariamente me tomaban en serio. Cuando estuve en Singularity, hablé con los directores y el CEO y les dije: vamos a llevar Singularity a Chile, pero ninguno de ellos me creía porque era de las más jóvenes del curso, la más idealista… A mí Singularity me becó porque yo les pedí que me becaran. Cuando postulé a SU, estaba trabajando en una startup norteamericana donde me habían ofrecido irme a trabajar a Estados Unidos con una VISA y con la posibilidad de financiarme SU. Sin embargo, en mi corazón sabía que esa startup no era mi pasión en la vida y que, de ser aceptada en Singularity, iba a tomar otro rumbo. Entonces, renuncié al trabajo y, en ese momento, tenía la carta de aceptación, pero no tenía el dinero para financiármelo. Empecé a tocar las puertas de varios empresarios para ver si les interesaba financiarme y yo buscar proyectos o tecnologías… o algún tipo de solución que ellos necesitaran en el extranjero, pero ninguno me escuchó. Lo que hice fue irme igual, y llegué a las clases a Singularity hasta que me llegó la cuenta. Cuando esto pasó, fui a tocarle la puerta a los altos directivos de Singularity y les dije que teníamos dos alternativas: una es que yo pusiera toda mi atención en conseguir los 35.000 dólares para pagarles o que me becaran y yo les iba a traer tantos negocios en el futuro que se va a financiar de forma exponencial esta beca y muchas otras becas más. Y me creyeron. En cuanto llegué de regreso a Chile creé una beca y así fue como empecé a financiar a mujeres para que se fueran becadas a SU. Luego, recuerdo que estaba en Estados Unidos y quería mover el tema SU y por un impulso, fui a Singularity y me encontré con la directora de Impacto, Emeline Paat Dahlstrom, y le dije que quería llevarla a Chile. Se vino conmigo una semana, conoció todo en lo que estaba trabajando, le presenté a todo Chile y ella quedó muy sorprendida por el nivel de redes e influencias que estaba moviendo en Chile y que Singularity no veía. Ella fue la primera persona de Singularity que me dio el voto de confianza.

¿Qué puede aportar y aporta Chile a SU?

Chile hoy día aporta, de partida, una mirada latina, un país emergente con una infraestructura buena, pero hay todo por hacer, y principalmente, un desafío de transformación de mainset. En el fondo, lo que planteo a Singularity es que los países desarrollados tienen las herramientas, los conocimientos, por lo que el valor agregado que vas a provocar va a ser menor, pero puedes provocar un impacto exponencial en África, en Asia, en América Latina… donde hay todo por desarrollar. Además, permite ser un país laboratorio: es un país chico que es la puerta de entrada hacia el mercado de Sudamérica y cualquier tipo de experimento que uno quiera hacer en términos de innovación social, generar programa educaciones para líderes de los estados, etc. está propicio. Nosotros fuimos también el primer país donde Singularity se reunió con un presidente en su palacio y para ellos fue algo muy impactante.

 ¿Y al revés? ¿Qué aporta SU a Chile y a Latinoamérica en general?

Conocimiento, conexiones internacionales, una visión positiva respecto al futuro, una mirada optimista, know-how y la red porque, finalmente, Singularity University es como un concepto que lo hacen todas las personas que lo conforman y, sin esas personas, sin esa red, que no es la red de universidades, sino la de exalumnos, es donde está el mayor valor, porque cada uno de ellos son emprendedores, inversores, están desarrollando tecnologías… Ellos son el corazón de Singularity.

¿Qué es lo que tiene Singularity University?

La posibilidad de impactar en un billón de personas en los próximos diez años. Ese sentido de propósito es lo que moviliza, el tener la posibilidad de hacer de este mundo un lugar mejor para vivir.

¿Qué representa el papel de Chile dentro de SU para los países que le rodean?

Un ejemplo. Fue el primero, y ese hecho te convierte, al menos en nuestro caso, como el primero que lo hicimos bien: nos convirtió en referentes. Hoy día, el headquarter toma el caso de Chile como ejemplo para todos los otros países latinoamericanos.

¿Qué papel tendrá la innovación en el futuro de Latinoamérica?

Latinoamérica tiene la oportunidad única de aprender de los fracasos y de los éxitos de los países desarrollados. Si Chile y los países emergentes empezáramos a tomar conciencia de todos los pasos que han tenido que tomar los países desarrollados para llegar al punto de sofisticación tecnológica, se podría aprender mucho más rápido.

¿Cómo sueña el mundo que viene?

Me lo imagino. Cuando sueño es como que lo visualizo. Veo un mundo donde las personas van a empezar a bajar la guardia. Vamos a empezar a ser un poco más auténticos, con menos egos y así es cuando empezamos a comunicar mejor. Y cuando hay comunicación es donde se generan soluciones que son, no para uno mismo, sino que generan un impacto en la sociedad. Pienso que va a empezar a haber un movimiento que genere mucha más conciencia de uno mismo, de auto conocerse, y es eso lo que va a permitir que los seres humanos empecemos a evolucionar y se materialicen proyectos de impacto.

En un mundo con una cultura donde “yo gano, tú pierdes”, hecho de transacciones, ¿podemos seguir manteniendo este modelo o vamos hacia otro?

Aquí es donde yo hago la diferenciación entre lo que es el éxito y el exitismo. El existismo tiene que ver con el impacto económico: soy exitoso porque genero mucho dinero. El éxito se mide en la capacidad de influenciar a otras personas y movilizarlas para que hagan algo.

 ¿Qué piensa de la cultura colaborativa? ¿Es posible?

Pienso que muchas personas no es que no quieran colaborar, es que no entienden el propósito que hay detrás. Cuando uno hace ver cuál es el sentido, las personas generalmente ayudan: se siente bien al hacer cosas buenas. Pero estos procesos no se pueden forzar. Si empezamos a generar una competencia positiva para hacer el bien, eso podría ser lo mejor que nos podría pasar.

Una de sus metas es la creación de redes de trabajo. ¿Cuál sería la forma idónea de diseñar redes de trabajo que permitan conectar diferentes sistemas?

Entender cuál es tu problema, cuál es tu necesidad y estar siempre en disposición de escucha. Las personas que conectan son una plataforma. En el fondo, quizás la solución no está en tu propia red, sino en otra red a la que no estás conectado. Pero esa conexión no te la da ni Facebook, ni LinkedIn, ni Twitter, te la da una persona que maneja mucha información y que es capaz de hacer el link entre esos dos mundos. Puede ser una agencia, un acelerador de negocios… hay que estar atento. Las redes de trabajo se empiezan a construir en función de la confianza, porque cuando la hay, la gente empieza a conversar. El desafío está en poner a conversar a la gente.

Resulta curioso que incida tanto en el tema de la comunicación y de la necesidad de generar comunicación en un mundo tan conectado.

Las tecnologías te permiten acercar planos, pero no necesariamente te permiten comunicarte mejor. La comunicación tiene que ver con una conexión emocional, y las redes sociales son una interfaz. Conexión es una forma lineal, con una entrada y una salida, pero no es un mundo integrado. Cuando hablamos de un mundo integrado es cuando eres parte del otro.

¿Cree que se podrían diseñar esas redes entre el sector público y privado?

¿Cuál es propósito final de las políticas públicas? Generar un servicio a la sociedad. Y, ¿cuál es el fin de las empresas? Movilizar el desarrollo económico, generar empleo, e impactar en la calidad de vida de las personas. Las políticas públicas son diseñadas para movilizar el desarrollo económico e impactan en cada una de las verticales que involucran a los grupos humanos. Para mí es una paradoja que estén desconectados.

Usted es la fundadora de Her Global Impact, ¿podría hablarme de esta iniciativa?

Es una academia de innovación para mujeres que busca entregar metodologías para que emprendedoras o investigadoras  aprendan metodologías de innovación y puedan desarrollar un producto, un servicio que tenga impacto en la sociedad. La visión que tenemos es que creemos que cuando la mujer está empoderada económicamente, puede generar mejores decisiones y, al mismo tiempo, veo que hay una sensación de disconformidad de la mujer porque todavía hay un gap en el salario, el acceso al poder. Frente a esa queja, tenemos que intentar crear nuestras propias reglas.

Inma Sánchez

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